A pesar de la reputación negativa de Trujillo, que mantenía a alejados a muchos potenciales visitantes extranjeros, la maquinaria trujillista seguía creyendo en la idea de una industria turística grande para Santo Domingo. Por eso, para 1948 los hermanos González recibieron la petición de una ampliación; construyeron cinco bungalows independientes y una adición de 57 habitaciones en un cuerpo orientado hacia el este. El casino fue trasladado a un anexo en la segunda planta y se amplió el comedor. En la década de los 50, la fachada sur ya contaba con sus toldos en color rojo teja, el jardín de la azotea ya tenía su cierre con ventanas de celosías y se instaló la concha acústica para alojar a los músicos de la gran terraza. Sin embargo, ninguna ampliación en esa época fue tan notable como la realizada para la preparación de la Feria de la Paz y la Confraternidad del Mundo Libre, un evento con el cual Trujillo quería mostrar al mundo la modernidad adquirida por su nación. Ahí González fue contratado para ampliar el hotel con un anexo independiente de 100 habitaciones, colocado al noroeste del terreno. Este edificio, conectado a la nave principal a través de una escalera, fue conocido popularmente como Holiday Inn, al estar entonces operado por la cadena hotelera estadounidense del mismo nombre.