El lugar para estar de día y de noche

Hasta mediados de los años 50 el Jaragua era, sin lugar a dudas, el epicentro de la vida social para la crema y nata de Ciudad Trujillo. De día las actividades giraban en torno al área de la piscina, el lugar de encuentro por excelencia para tomar sol y compartir alrededor del jardín con vista al mar. Al caer el sol, la gran terraza era frecuentemente el escenario de bailes bajo la luna. Su agenda no paraba: desde desfiles de moda y música en vivo hasta celebraciones del régimen trujillista, noches temáticas dominicanas y fiestas privadas. Su programación ofrecía revistas musicales con regularidad, así como espacios de entretenimiento para elegir: estaban el casino, el bar y el restaurante, este último con ofertas de gastronomía internacional y criolla.