Hasta 1940, las referencias mediáticas al hotel hablaban de él como “Hotel Nacional”. De repente, en 1941 los medios hablan del Hotel Jaragua. No hay mención de la justificación para el cambio —es lógico que hayan decidido bautizarlo con un nombre distintivo, para sacarlo de abajo de la sombra del Hotel Nacional en La Habana—. En materia de nomenclatura pública, la dictadura parecía tener solo dos vocabularios: el de la familia Trujillo, con los nombres de pila de los hijos, hermanos y progenitores del Jefe utilizados para nombrar desde parques hasta avenidas, o el de los personajes militares de Estados Unidos, como el George Washington de la avenida costanera o el General Andrews del aeropuerto. Sin embargo, en vez de Hotel Trujillo, Hotel Angelita, Hotel Ramfis, Hotel Pershing, Hotel Lo-que-sea, el establecimiento fue bautizado con el nombre de un cacicazgo.