Ramfis, Copello y Colón

A través de un concurso público, la ciudad buscaba una propuesta de parque infantil —bautizado en honor al hijo del dictador, apodado Ramfis— que mirara al litoral. Entre todas las propuestas de distribución relativamente tradicional sobresalió una de líneas limpias, de corte racional, que parecía sumergirse en el mar: la de Guillermo González. Inaugurado en 1937, el parque infantil Ramfis le mostró a los ciudadanos —y a sus pequeños hijos— las bondades de recrearse frente al Caribe. Impresionado por su maestría, el mandato trujillista le otorgaría a González las riendas del Pabellón Dominicano de la Feria Mundial de Nueva York que tendría lugar en 1939 —un espacio ideado bajo el lema “La tierra que más amó Colón”—. No había finalizado el año ni bien habían acabado las obras de construcción de su edificio Copello —una inteligente estructura vanguardista en la calle El Conde— cuando ya el Gobierno le había asignado el diseño de un edificio todavía mayor: un hotel nacional frente al mar, a unos pasos de la ubicación de su parque infantil.