Un alto a la fiesta

El negocio iba tan próspero que en 1976 Papito Santa Cruz firmó un contrato con el Estado para prolongar la duración del contrato original de 1973 por 20 años. Sin embargo, con el cambio de Gobierno en 1982 y la llegada de la administración de Salvador Jorge Blanco, las cosas cambiarían. En los días finales de ese año y en medio de su exitosa racha administrativa, la Secretaría de Turismo clausuró el Jaragua por supuesta falta de higiene. Santa Cruz y su familia fueron evacuados forzosamente, y el hotel fue cerrado aun cuando estaba ocupado por turistas.

Y entonces, en abril de 1983 el Gobierno anunció los ganadores de un concurso público que se había licitado para suscribir un nuevo contrato de arrendamiento. De este proceso no se pudo concretar un acuerdo definitivo debido a un extraño manejo de intereses ligados al círculo del presidente Jorge Blanco, y finalmente en junio de 1984 se anunció un nuevo arrendatario: la Compañía Transamerican Hotel y Casino S.A., con una propuesta de un compromiso de 30 años. Mientras tanto, el hotel, clausurado desde ese diciembre de 1982, caía en deterioro.