El presidente Trujillo y su tercera esposa, María Martínez, nunca desaprovechaban una oportunidad para abultar su riqueza. Por eso, cuando hubo que buscar una parcela para construir el hotel, la Martínez hizo un negocio redondo: compró una parte de lo que antiguamente se llamaba Estancia El Carmelo y, a través de un testaferro —un sujeto británico llamado Hallet Hansard— la vendió al Estado dominicano. Para financiar la obra, el Gobierno solicitó un préstamo de 400 mil dólares al banco estadounidense ExIm… solo que Guillermo González y su hermano Alfredo, encargado de la construcción, realizaron una cotización por 200 mil. Tras todas las transacciones, el matrimonio Trujillo terminó con casi 200 mil dólares adicionales en el bolsillo.