Arrancando la década de los 70, el Jaragua seguía aparentemente sin ser una operación rentable; necesitaba con urgencia alguien con capacidad de ver al edificio con una visión distinta. Para su suerte, apareció alguien que estaba dispuesto a darle una nueva oportunidad: José Hernández Santa Cruz, conocido como Papito Santa Cruz, un empresario cubano que tenía experiencia con casinos, restaurantes y clubes nocturnos dentro y fuera del país. A pesar de que Santa Cruz nunca había manejado un hotel, asumió el reto de continuar con una remodelación en curso valorada más de 1.2 millones de pesos, pues el establecimiento estaba en muy mal estado. En ese proceso se colocaron plafones, se instalaron unidades individuales de aire acondicionado, se remodelaron los espacios comunes y se cambió el mobiliario por completo. También se remozaron las fachadas y el área de la piscina, y se relanzaron los restaurantes con nuevos nombres, junto a nuevo casino ahora con dos niveles. Pero hubo un proyecto en particular que sobresaldría por encima de todas estas modificaciones: La Fuente.